Migrantes son cargados en un avión militar para un vuelo a la Bahía de Guantánamo. 4 de febrero de 2025. DHS
Michelle Ellner
Imagina verte obligado a dejarlo todo atrás—tu hogar, tu familia, tus sueños—porque las sanciones de EE.UU. han devastado la economía de tu país, haciendo que la vida diaria sea cada vez más insoportable. Emprendes un viaje peligroso, arriesgándolo todo por una oportunidad de estabilidad y para ayudar a tu familia en casa, solo para ser recibido con esposas y una sentencia indefinida en una de las prisiones más infames del mundo. Este es el destino de muchos migrantes, incluidos los venezolanos, que huyen de una guerra económica impuesta por las políticas de EE.UU.
Una de las primeras acciones del presidente Donald Trump fue firmar una orden ejecutiva para expandir el Centro de Operaciones Migratorias en Guantánamo, con la capacidad de detener hasta 30.000 migrantes, etiquetándolos como “extranjeros ilegales criminales”. Tras crecientes desafíos legales y escrutinio internacional, el gobierno de EE.UU. deportó a 177 migrantes venezolanos que estaban detenidos en la base naval.
Según funcionarios estadounidenses, 126 de ellos tenían cargos o condenas penales, y 80 fueron acusados de ser parte de la pandilla Tren de Aragua. Cincuenta y uno no tenían antecedentes penales. Defensores de derechos humanos han expresado preocupación por la falta de transparencia en la clasificación de detenidos por parte de EE.UU., especialmente en los casos donde los migrantes fueron enviados a Guantánamo por nada más que un tatuaje.
Sí, el gobierno de EE.UU. está utilizando tatuajes—en ocasiones nada más que un nombre, una fecha o incluso un tributo a un atleta favorito—como justificación para etiquetar a los migrantes como “afiliados a pandillas” y enviarlos a Guantánamo.
Toma el caso de Luis Castillo, un solicitante de asilo venezolano de 23 años, quien fue detenido en la frontera y luego enviado a Guantánamo simplemente porque tenía un tatuaje de Michael Jordan.
Piensa en eso.
Un tatuaje de Michael Jordan. No importa que millones de personas en todo el mundo tengan el mismo logo tatuado en su piel o que aparezca en calcomanías para autos, vallas publicitarias y zapatos deportivos en todas partes. Siguiendo esta lógica, la mitad de Estados Unidos debería estar bajo vigilancia. Pero cuando se trata de migrantes, de repente, un tatuaje es un boleto indefinido a prisión. Luis fue detenido y luego trasladado abruptamente a Guantánamo el 4 de febrero, aislado de su familia y sin acceso a representación legal.
Luis no está solo. Decenas de venezolanos y otros solicitantes de asilo fueron trasladados en avión a Guantánamo bajo clasificaciones de seguridad ambiguas, sin acceso a abogados y sin un camino claro para salir de la base.
¿Por qué Guantánamo?
Durante décadas, Guantánamo ha sido un símbolo de la impunidad y un vacío legal utilizado por el gobierno de EE.UU. para evadir el derecho internacional. Esta base militar, construida sobre tierra robada, representa la ocupación estadounidense de territorio cubano desde 1903, impuesta contra la voluntad del pueblo y el gobierno de Cuba.
Ahora está siendo reutilizado nuevamente, esta vez para encarcelar a migrantes, lejos del escrutinio público y sin las protecciones legales garantizadas en suelo estadounidense.
Una Realidad Distópica
Guantánamo no es solo una prisión; es un puesto militar bizarro y distópico donde la injusticia coexiste con la cultura de consumo estadounidense. A solo unos kilómetros de donde los detenidos son retenidos indefinidamente sin juicio, hay un McDonald’s, un Subway, un boliche, un “escape room” e incluso un campo de mini golf. La base tiene un centro recreativo, un cine y una marina donde las tropas y el personal pueden alquilar motos acuáticas y pescar. Todo a poca distancia de un centro de detención infame por el uso de la tortura.
Y si eso no fuera suficientemente surrealista, la base también cuenta con un Starbucks, el único en la isla de Cuba, junto con una tienda de regalos que vende camisetas, koozies para cerveza y vasos de shot con eslóganes como “Saliendo de GTMO” y “No hay GTMO como este”, como si fuera una atracción turística en lugar de un sitio dedicado a abusos sistemáticos de derechos humanos.
Al detener migrantes en Guantánamo, el gobierno de EE.UU. evade obligaciones legales y la atención pública para crear un sistema donde las personas pueden ser retenidas indefinidamente sin debido proceso.
El pueblo cubano ha exigido durante mucho tiempo el cierre de Guantánamo y la devolución de su territorio. Sin embargo, en lugar de cerrar la base, el gobierno de EE.UU. sigue utilizándola como un vertedero para aquellos a quienes se niega a reconocer como seres humanos. Y en una absurda muestra de arrogancia imperial, EE.UU. sigue enviando un cheque anual a Cuba como “renta” por la base, dinero que el gobierno cubano se niega a cobrar, rechazando la ocupación ilegal.
Guantánamo debería haber sido cerrado hace mucho tiempo. En cambio, se está expandiendo porque el gobierno de EE.UU. nunca deja pasar una oportunidad cuando se trata de crueldad.
Encerrar migrantes en tierras ocupadas mientras los soldados toman café en Starbucks y comen Big Macs no es seguridad para el “territorio nacional”, es un espectáculo grotesco de poder descontrolado y una espantosa violación de los derechos humanos.
La Imagen Completa
La expansión de Guantánamo como centro de detención de migrantes marca una escalada peligrosa en la política migratoria de EE.UU. En lugar de abordar el origen real de la migración, el gobierno está reforzando la represión militarizada, convirtiendo un sitio infame por sus abusos en derechos humanos en una celda para solicitantes de asilo.
Al detener migrantes en Guantánamo, el gobierno de EE.UU. evade obligaciones legales y la atención pública para crear un sistema donde las personas pueden ser retenidas indefinidamente sin debido proceso.
Guantánamo es más que una prisión. Es un símbolo de poder sin límites. Hoy alberga a migrantes venezolanos, pero mañana podría retener a cualquiera que el gobierno considere “inconveniente”.
Michelle es la coordinadora de la campaña para América Latina de CODEPINK.